Trovatore Japón 2023 Diego Godoy y Lana Kos
1.- ¿Cuándo y cómo surge el interés por la música y el canto en particular, alguna influencia?
La música llegó como un susurro ancestral, tejido entre las paredes de la casa de infancia en Antofagasta. Allí, bajo los cielos intermitentemente nublados y azules profundos de la costa nortina, el abuelo materno fue el primer arquitecto de este destino. Con una guitarra vieja y un acordeón que olía a madera envejecida, me enseñó a descifrar las notas que flotaban en el aire. Los fines de semana, su casa se transformaba en un templo sonoro: cassettes de Pavarotti y Domingo dialogaban con cuecas y tonadas folklóricas, mientras él, con ojos brillantes, me contaba historias de artistas que habían convertido el dolor en belleza. Pero el canto, ese lenguaje que luego definiría mi vida, aún dormía en algún rincón secreto. Fue en Copiapó, entre las montañas áridas y el sol inclemente, donde la voz despertó. En el Liceo de Música, Rodrigo Tapia —profesor de mirada severa, pero de sonrisa afable— detectó un destello que yo mismo ignoraba. Después de mi primera audición, me dijo: «Tienes algo especial», invitándome al Coro Polifónico. Entre las paredes reverberantes del salón de ensayos, el canto lírico me abrazó con la fuerza de un primer amor. Las armonías polifónicas se convirtieron en mi refugio, y el miedo escénico, en una sombra que aprendí a domar, a convertir en aliada.
2.- En el difícil y competitivo campo del canto lírico, ¿cuáles fueron los que considera sus primeros logros?
El primer triunfo fue íntimo, una batalla silenciosa contra el pánico escénico que nublaba la garganta antes de cada actuación. A los 20 años, decidí que era hora de medirme con el mundo. En el concurso *«Voces del Mundo»* de Perú, el premio a la *«esperanza joven»* llegó como un rayo de luz: un abrazo del destino que validó cada hora de estudio, cada nota afinada en la soledad. Ese reconocimiento me llevó, tembloroso pero resuelto, a audicionar en el Teatro Municipal de Santiago.
3.- ¿Cuándo llega al escenario del Teatro Municipal?
El año 2013 quedó grabado en mi memoria como un torbellino de emociones: debuté como Benvolio en «Romeo y Julieta» de Gounod, pisando ese escenario majestuoso donde tantas leyendas habían cantado antes. La adrenalina del primer contrato como solista marcó el inicio oficial de una carrera que hoy cumple 12 años. (NOTA Diego Godoy cantó además el rol de Albazar en la versión nacional de El Turco en Italia, la crítica de ambas óperas está en visionescriticas.cl,en el buscador)
4.- ¿Qué razones le hacen emigrar, ¿dónde llega primero y cómo fue esa experiencia, y luego qué lo hace afincarse en Francia?
Europa era un imán. Rodrigo Tapia lo había dicho años atrás: «Allí laten los teatros que forjan leyendas», o, en datos concretos, el 70 % de los teatros de ópera del mundo estaban allí. Pero el camino no fue recto. Antes de cruzar el Atlántico, Santiago me recibió con sus calles frenéticas y sus noches largas. Estudiar Pedagogía en Música, pagar el costo de mi vida con trabajos de turnos nocturnos en locales de comida rápida del «Sanhattan», dormir en habitaciones compartidas, y cantar. Sí, incluso en las micros y en el metro, donde «Ah, mes amis» deLa Fille du Régiment resonaba entre pasajeros sorprendidos. «Gracias por traer esto aquí», me decían algunos, con ojos húmedos. Esos momentos, aunque agotadores, alimentaban la llama.
En 2014, la mezzosoprano Graciela Araya me empujó hacia el viejo continente: «Las tablas son tu mejor maestro» —refiriéndose a mi caso en particular, con ya algo de poca experiencia profesional acumulada—. Gracias a las personas que fui conociendo por medio de Graciela, pude audicionar y obtener un contrato modesto para Berlín. Con este en mano y el apoyo para pasajes y manutención de algunos amigos y familiares, y, por supuesto, a la Corporación Aurora de Italia, partí.
Llegué en pleno invierno, con el frío mordiendo la piel y el alemán sonando a jeroglífico. La soledad era un compañero incómodo, pero también un catalizador. Los pocos meses que tenía debía aprovecharlos al máximo. «Este viaje no lo podré hacer dos veces», me repetía como un mantra incansablemente. Sabía que no tenía los recursos, no me lo podía permitir. Erré muchas veces confiando en quien no debía, más que por inocencia propia de los 22 años, por soledad, por necesidad, porque hay veces, como esas, que no te queda de otra, en que tienes que priorizar ser eficaz sobre ser eficiente: sobrevivir. Sin embargo, es también en esos momentos difíciles cuando aparecen buenas almas, y fue el caso de esos amigos que me acompañan y se alegran por mis progresos hasta hoy.
En Berlín, audicioné durante meses sin éxito, pero también me permitió conocer a otros artistas, establecer relaciones de trabajo y, con mi ávido apetito de querer mejorar siempre, busqué un pianista o vocal coach para pulir al máximo mis interpretaciones y actualizar mi material audiovisual, grabar nuevas piezas para mi portafolio con todo lo aprendido en estas experiencias. Fue así como conocí a Suwon Kim, pianista y exmiembro del programa de jóvenes artistas de Estrasburgo, ciudad francesa fronteriza con Alemania. En una de nuestras sesiones de trabajo, me aconsejó olvidar mis ganas de ingresar a un máster en ópera de algún conservatorio, que mi nivel era muy superior a mis aspiraciones de base. «La prudencia fue siempre parte de los valores que me inculcó Rodrigo. No es falta de ambición, por el contrario», dijo. Luego mencionó una vacante en el Opera Studio de Estrasburgo. Era la última oportunidad antes de que la visa expirara.
La audición final fue un duelo de nervios y destinos: frente a un tenor francés de experiencia. Él, de un lado, con su elegante traje y un «lenguaje» del circuito ya integrado; del otro, yo, con una chaqueta prestada y novato en las audiciones en Francia —porque Europa no es un solo país, y cada circuito nacional es un universo diferente—, intuyendo los siguientes pasos. Mi lista de audición incluía cinco piezas en tres idiomas, estilos y compositores diferentes. Entre ellas, «Questa o quella» de Verdi y «Ah, mes amis», considerada el Everest de los tenores con sus célebres nueve Dos. Minutos antes de entrar, en mi mente resonaba una sola cosa: «No debiste haber puesto esa pieza en la lista, ojalá la comisión no te la pida». Pero alea jacta est, estábamos allí y había que jugarse el todo por el todo.
Fui el primero en pasar y elegí comenzar con «Questa o quella», precisamente por prudencia. Luego, la comisión pidió lo que no quería: «Ah, mes amis»… Conforme con mi presentación, si bien serenamente sabía que el resultado no sería necesariamente el reflejo de mi desempeño, muchas cosas se jugaban en esta audición. Cuando me anunciaron como seleccionado, vi desfilar ante mis ojos estos cinco años de desiertos, océanos y tormentas que no cesaron ni siquiera en Europa. También escuché una voz interna que me susurraba: «Sigue…»
5.- ¿Con qué maestros le ha tocado estudiar o perfeccionarse y cómo definiría su voz y cuál es el repertorio que prefiere o le acomoda más? Hemos escuchado grabaciones en las que se muestra muy versátil.
Mi base siempre fue la sólida formación inicial que me entregó Rodrigo. Ese ha sido un pilar inmóvil que me permitió conocer a otros maestros, recibir distintas sugerencias e indicaciones que fui integrando para crear algo propio. Puedo destacar a un querido colega que conocí en una clase magistral en Santiago, Pietro Spagnoli, quien desde un inicio me definió como un «lírico puro» con una evolución significativa por delante. Años más tarde, en 2021, compartiendo escena en Bari y sorprendido positivamente por mis progresos, me calificó como un «lírico-dramático» que seguramente seguiría evolucionando. Hoy, con 33 años, puedo decir que su gran experiencia no ha fallado.
Estrasburgo fue un crisol. Allí, no solo seguí estudiando técnica vocal, sino que también fui formado léxica y gramaticalmente en francés, italiano y alemán, alcanzando el grado de bilingüe en los dos primeros.
Los profesores titulares del programa, la soprano Sylvie Valayre y Lionel Sarrasin, pulieron mi técnica con precisión de relojero. También contamos con el maestro Umberto Finazzi de Milán, quien, con su gran sabiduría, me entregó conocimientos sobre la técnica y el estilo italianos que guardo como un tesoro. Algo importante —y una rareza en general— es que tuvimos cursos exclusivamente de fonética francesa avanzada aplicada al canto lírico, a cargo de la maestra Marie-Thérèse Keller. Cabe señalar que en Berlín, Douglas Nasrawi, también tenor, me entregó una guía invaluable, y hasta el día de hoy recurro a él para aconsejarme.
Mi voz, inicialmente lírica, ha madurado hacia un registro spinto, capaz de navegar entre la delicadeza de Donizetti y el fuego de Verdi. Roles como Manrico en Il Trovatore o Don José en Carmen se han convertido en extensiones de mi alma, mientras que Rodolfo en La Bohème me permite, en estos primeros ensayos, explorar la vulnerabilidad.
Gira de a Japon del Teatro Pavarotti Modena Trovatore
6.- ¿Le gustaría volver a cantar en nuestro país, qué repertorio?
Volver a Chile sería un reencuentro sagrado. Imagino compartir mi repertorio francés —tan pulido en estas tierras— en ciudades donde alguna vez fui un muchacho con una guitarra. Sueño con aportar algo único: la fusión de una técnica depurada y un corazón arraigado en el desierto de Atacama.
7.- Cuéntenos de sus últimas experiencias profesionales, qué le aportaron y cómo se proyecta?
Los últimos meses han sido un caleidoscopio de escenarios: desde Il Trovatore en Braunschweig, junto a Marina Prudenskaya y Sanja Anastasia, donde tuve el honor de ser dirigido por el gran maestro Srba Dinic, quien luego me invitó al reciente Concierto de Año Nuevo en Belgrado. Allí, el público, educado en solfeo desde la infancia, ovacionó con una intensidad que me sobrecogió.
También seguí navegando entre las temerarias e inquebrantables aguas de un pintor como Mario Cavaradossi, (Tosca) debutándolo en Bratislava, y del tormentoso pero transparente Don José de Carmen, que me acompaña constantemente. Todas estas experiencias, sin duda, me siguen nutriendo, pues el proceso creativo ha sido siempre el centro. Intento no solo ejecutar cada pieza musicalmente con precisión, sino también profundizar en la dimensión dramática y teatral de cada personaje. Cada interpretación es personal, una creación en sí misma. Por ello, cada vez que subo al escenario, mi visión, mis energías y mis recursos están al servicio del personaje, dando vida a algo nuevo. Los intérpretes también somos creadores, contrariamente a lo que se suele creer.
Siempre me proyecto hacia mi principal objetivo: ser una mejor persona. Creo que esto se retroalimenta con mi crecimiento como artista; es una convicción personal. En lo inmediato, se avecinan nuevos desafíos. Actualmente, me encuentro en pleno período de ensayos de La Bohème de Puccini, lo que marcará mi debut como Rodolfo en Aviñón. La producción ya toma una muy buena forma, gracias a la maravillosa puesta en escena y guía de Frédéric Roels, así como al espléndido trabajo musical del maestro Federico Santi, con quien mantengo una cercana relación desde una colaboración anterior.
Posteriormente, participaré en una creación contemporánea en el Teatro Estatal de Kassel, en Alemania, y continuaré con mis funciones de Carmen en el Teatro Estatal Eslovaco, donde soy un invitado regular. Además, en exclusiva, puedo adelantar que recientemente cerré un acuerdo para participar en mi primera grabación discográfica como protagonista, prevista para dentro de un par de temporadas. No puedo revelar más detalles por ahora, por cuestiones de exclusividad.
Marina Prudenskaya y Diego Godoy Trovatore 2024 Braunsc
Trovatore en Braunschweig Diego Godoy y Sanja Adnastasia
8-. Sabemos que está a la espera de su primer hijo(a). Su esposa es francesa y también tiene relación con la música. ¿Cuáles son sus sentimientos y cómo cree que podrá influir la paternidad en su carrera?
Estamos inmensamente felices. Nos casamos en agosto de 2024 y, como dicen por aquí, la «cigüeña» no tardó mucho en llegar. Era un sueño que ambos compartíamos, y ahora que se está haciendo realidad, siento que es un regalo que la vida nos ha dado en el momento perfecto. Emy Gazeilles, mi esposa, es también cantante lírica, y hemos tenido la fortuna de encontrarnos en un punto de nuestras vidas donde agrandar la familia no solo es un deseo, sino una bendición. Llevamos años acompañándonos y apoyándonos mutuamente en una profesión que, aunque maravillosa, puede ser solitaria e intensa. Ella es mi compañera en el escenario y en la vida, y ahora seremos compañeros en esta nueva aventura de la paternidad.
Hay muchas opiniones sobre cómo la paternidad influye en nuestra carrera, pero en mi caso, he visto experiencias positivas. Pienso en grandes artistas, como el barítono Christian Senn, quien ha logrado equilibrar una carrera brillante con una hermosa familia. Recuerdo también las palabras de mi ex profesor, Lionel Sarrasin, quien decía: «La paternidad puede aportar mucha fuerza y estabilidad a lo que hacemos, porque lo hacemos con más responsabilidad aún. El «de pecho» deja de ser tu principal preocupación, te liberas de fantasmas y miedos innecesarios, y te concentras en lo verdaderamente esencial. Y eso se escucha, se siente, y se agradece» Esa reflexión resonó profundamente en mí, y ahora la vivo en carne propia.
Acompañar a Emy en su embarazo ha sido una experiencia transformadora. Siento que me ha dado una madurez y una serenidad que antes no conocía. Cada paso que doy, lo pienso con más calma, con más conciencia. Imagino que, con la llegada de nuestro hijo(a), esta sensación se multiplicará. La paternidad, sin duda, traerá cambios: en las energías, en los tiempos, en las prioridades. Pero también traerá una riqueza emocional que creo que se reflejará en mi arte. La música, al fin y al cabo, se nutre de la vida, de las emociones, de las historias que llevamos dentro. Y ahora, con esta nueva etapa, tendré más que contar, más que sentir, más que compartir desde el escenario.
La plasticidad es un recurso fundamental en nuestro trabajo, y creo que la paternidad me enseñará a ser aún más flexible, más resiliente. Pero también me dará algo que, en el mundo del canto lírico, es invaluable: una vida personal plena, feliz y llena de amor. Eso, estoy seguro, se traducirá en una interpretación más auténtica, más profunda, más conectada con lo que soy y con lo que quiero transmitir. La paternidad no es un obstáculo; es una fuente de inspiración, un nuevo capítulo en mi vida que, estoy convencido, enriquecerá tanto mi carrera como mi alma.
9.- Tiene la libertad de expresar lo que desee:
Cuando miro hacia atrás en mi trayectoria como cantante, me doy cuenta de cuán único es el camino de cada artista. A lo largo de estos años, he tenido la fortuna de enfrentar repertorios desafiantes que me han permitido crecer tanto técnica como artísticamente. La ópera es un arte exigente, pero también profundamente gratificante.
A menudo escuchamos debates sobre el peso de ciertos roles y las decisiones que cada cantante toma en su carrera. Es un tema fascinante porque cada voz tiene su propia historia, su propio ritmo, y su propia manera de evolucionar. Lo que funciona para uno puede no funcionar para otro, y eso es lo que hace que este arte sea tan especial. En mi caso, siempre he confiado en la técnica que he desarrollado, en el trabajo con mi equipo y en la escucha constante de mi instrumento. Esto me ha permitido enfrentar roles que muchos consideraban arriesgados, pero que han sido una fuente de aprendizaje y crecimiento para mí.
Estoy profundamente agradecido de poder decir que, en estos últimos años, he mantenido mi salud vocal intacta, sin contratiempos ni cancelaciones, y disfrutando cada paso del proceso. A lo largo de mi carrera, en estos 12 años desde que empecé, solo he tenido que cancelar tres compromisos, y ninguno de ellos por motivos de salud vocal. Una de esas veces fue por una lesión en un tendón de la rodilla, otra por contraer COVID, y la tercera por un viaje familiar de urgencia. Estas experiencias me recuerdan la importancia de valorar tanto la salud como el equilibrio personal en una profesión tan exigente como esta. Es un privilegio poder decir que, hasta ahora, mi voz ha permanecido fuerte y confiable en cada escenario.
Creo firmemente que la clave está en el equilibrio: saber cuándo aceptar un reto y cuándo dar espacio para que la voz respire y se desarrolle. Y, sobre todo, confiar en uno mismo, porque nadie conoce mejor nuestra voz que nosotros mismos. A mis colegas y a los artistas más jóvenes, les diría esto: cuiden su salud vocal, confíen en su preparación y en las decisiones que toman, incluso cuando puedan ser cuestionadas. Cada camino es único, y lo más importante es que sea fiel a ustedes mismos y a su arte
Muchas gracias, Gilberto y a ustedes, Visiones críticas, por el espacio.
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En YouTube se pueden encontrar diversas grabaciones de Diego Godoy
Una experiencia de vida ejemplar.Felicitaciones al hombre que se forjó con tenacidad aún superando la distancia de su origen,las adversidades propias de enfrentarse a escenarios del mundo.Luego felicitaciones por lograr éxitos en los grandes escenarios del planeta y ahora con la fortuna de formar familia. Deseo ricas bendiciones.
También agradecer al Gilberto Ponce por descubrir y realizar esta extraordinaria entrevista
Muchas gracias por el comentario, muy valiosa su experiencia, vale la pena conocerlo
Una entrevista muy bien realizada,fantástica idea de dar a conocer artistas que han continuado su formación en Europa ,contra muchas situaciones adversas y logran empezar a destacar en la ópera, seguramente son muchos joven es como el que buscan lo mismo,es un ambiente muy competitivo. Le deseo que continúe trsbajando y superandose y sobre todo que pueda equilibrar su paternidad y su carrera. Espero verlo en el Teatro Municipal.
Totalmente de acuerdo sería más que interesante escucharlo ahora. Muchas gracias
Que linda, emotiva y profunda historia nos has compartido Diego, gracias. Aparte de tu gran trayectoria de Tenor eres un tremendo Escritor. Ojala todos queramos ser mejor persona.
Muy de acuerdo con la opinión sobre Diego, Muchas gracias
Una entrevista muy rica y emotiva que nos permite conocer a Diego mas íntimamente . Espero poder verlo alguna vez en la temporada de ópera en nuestro Teatro Municipal.
Gracias Maestro Gilberto Ponce por esta excelente entrevista.
Sin duda, tiene una gran calidad humana, que pienso ha sido clave en su carrea
Emocionante entrevista.
Diego Godoy es un cantante y ser humano maravillo, su camino, su carrera y talento son ejemplares y de gran inspiración.
Su canto es de lo más bello de nuestro tiempo. Un orgullo que sea chileno.
Admirado Diego, que sigas cosechando éxitos y los mejores deseos para esta nueva etapa siendo Padre.
Gracias visiones criticas por compartir esta entrevista.
Muchas gracias por el comentario, completamente de acuerdo con las opiniones
Me parece muy interesante la entrevista y es un cantante de calidad, lo he visto en dos apariciones en Musiques en fete (mi teclado tiene un english settnig, por lo que espero disculpe mi error ortografico), en ese festival se vio lo que el explica muy bien acerca de su transicion. Muchas gracias por la entrevista.
Agradezco el comentario, muy de acuerdo con su percepción, creo que es un talento inteligente