GRAN TRIUNFO DEL BALLET DE SANTIAGO CON DON QUIJOTE.
La coreografía de Don Quijote cuya música pertenece a Ludwig Minkus, es sin duda una de las que goza de mayor fama entre los aficionados al ballet, no siendo menor su atractivo para aquellos que no lo son, entre las razones están: contar una historia atractiva, a pesar que el Quijote es solo un personaje de enlace, con un argumento muy ágil que introduce elementos de humor, pero fundamentalmente lo es por la exigencia que tiene para las figuras principales, en múltiples, brillantes y hermosos solos o pas de deux.
El Ballet de Santiago mostró toda su potencialidad en esta reposición de la exitosa coreografía de Jaime Pinto, de la que Marcia Haydée (Directora del Ballet de Santiago) dice que es una de sus favoritas, opinión fundada en el equilibrio formal que esta muestra entre las grandes escenas de conjunto en oposición a aquellas de lucimiento de solistas, sumando sus geniales chispazos de humor.
Clave en el éxito logrado es la sólida preparación de toda la compañía, que desde sus primeras figuras, cuerpo de baile hasta los aspirantes dieron cuenta de una prestancia escénica que abarcó hasta los más mínimos detalles, de los que hay muchos en este trabajo.
El marco escenográfico de Germán Droghetti, quien también diseñó el vestuario, además de funcional es de gran belleza, como no mencionar el equilibrio y los contrastes del vestuario, que se realzaron con la muy acertada iluminación de Ricardo Castro que creó intimidad en la habitación de Don Quijote, magia en el sueño del Quijote joven, tanto como en la escena de los Molinos de Viento, mientras entregó toda la brillante luminosidad propia de la península ibérica en las escenas colectivas.
El acompañamiento estuvo a cargo de la Orquesta Filarmónica de Santiago dirigida por Pedro Pablo Prudencio en un trabajo de gran valor, pues fue capaz de hacer plenamente atractiva una partitura que consideramos no siempre inspirada, aunque sí totalmente funcional al ballet, algo que confirma la importancia de un muy buen maestro para rescatar lo mejor de una obra a veces débil. La adición de música de danzas de otros compositores le otorgó el contraste necesario, la orquesta le respondió con hermoso sonido y con el profesionalismo que destaca a este conjunto.
Los roles principales fueron bailados por: Andreza Randisek que encarnó a Kitri, ella lo hizo con absoluta maestría técnica tanto en las partes de danza-teatro como en sus numerosos solos y pas de deux, con expresividad y gran presencia escénica, mostrando todo su ingenio para lograr concretar su amor con Basilio, que fue bailado por un sólido y expresivo José Manuel Ghiso, quien sigue dando seguros pasos para convertirse en gran figura, sus dúos con Andreza Randisek lograron grandes y merecidas ovaciones, su presencia escénica como actor es otro de sus factores de éxito.
Genial encontramos la caracterización de Jaime Pinto (coreógrafo) como Don Quijote, acertando plenamente en la inocente locura del “Caballero de la triste figura”, incluso en sus movimientos de anciano a veces inseguro al caminar.
Su fiel escudero Sancho Panza recayó en el simpático histrionismo de Pablo Aharonian, convirtiéndose en el complemento perfecto de Don Quijote.
El amanerado y arrogante Camacho, que pretende casarse con Kitri, contando para ello con la aprobación del padre de esta, lo bailó con la irónica gracia requerida Miroslav Pejic, logrando incluso carcajadas en algunas escenas.
Edison Araya caracterizó solventemente al Padre de Kitri, en sus inútiles intentos para que esta se enamore de Camacho.
Espléndida fue Natalia Berríos como Mercedes que con pasión y gracia perfiló a la gitana que hace pareja con el Gitano principal, rol que permitió a Rodrigo Guzmán desarrollar un personaje que le es particularmente afín, ambos cosecharon enormes aplausos en sus intervenciones.
El grupo de toreros de gran desempeño estuvo encabezado por Lucas Alarcón quien una vez más dio cuenta de su calidad como bailarín con una prestancia que lo convirtió en otro de los triunfadores.
En una de las escenas más hermosas, Don Quijote rememora sus tiempos de joven cuando conoce a su ideal Dulcinea, este papel de Quijote joven fue asumido por Emmanuel Vázquez, él posee todas la características para convertirse en un importante partenaire, pues además de ser un expresivo bailarín, tiene una poderosa y poética presencia escénica, su encantamiento por Dulcinea fue creíble sin duda, gracias al enorme talento y gracilidad de Romina Contreras (Dulcinea), quien continúa realizando una asombrosa carrera, pues ella combina técnica con expresividad siempre con una naturalidad donde la emoción y levedad de sus movimientos conquistan a los espectadores, como consecuencia al final esta pareja se llevó otra de las grandes ovaciones.
Una función aplaudida largamente y de pie por un público agradecido de presenciar una espectáculo del más alto nivel.
Gilberto Ponce. (CCA)