GRAN SUCESO DE «CALLAS LA DIVINA», POR EL BALLET DE SANTIAGO.
Durante su Temporada 2023, el Ballet de Santiago, ha marcado un hito no fácil de conseguir; se ha dado el lujo de producir dos estrenos mundiales, a cargo de dos renombradas coreógrafas, que en la actualidad cosechan grandes éxitos internacionales.
Primero fue Avatara Ayuso, creadora de la inolvidable “Nijinska, secreto de la Vanguardia”, y ahora con la bellísima y sensible “Callas la divina” de Anabelle López Ochoa, coreografía que conmocionó al público, en las dos funciones que presenciamos.
María Callas (Ethana Escalona) y La Voz (Matías Romero) foto Paulo Reyes
Es probable, que más de alguien piense, que es una exageración cuando hablamos de conmoción, pero se afirma, al observar objetivamente la reacción del público, al finalizar las funciones presenciadas, algo que, según supimos se repitió en las otras presentaciones.
Las razones, de la reacción se explican, por el estupendo trabajo realizado por el sólido equipo que trabaja con López Ochoa, en escenografía, vestuario y música (de exquisita genialidad), todos al servicio de la creación de la coreógrafa.
No nos cabe duda que, en esta creación, se encuentran aplicadas algunas de los conceptos, que fueron definidos y desarrollados por algunos de los mejores teóricos de la estética.
Es así que, considerando a la belleza y la expresión, como dos de los elementos fundamentales del arte, no cabe duda que, “Callas la divina”, los reúne y exhaustivamente, las diversas escenas de la coreografía de Anabelle López Ochoa, son una sucesión de imágenes, que difícilmente dejan indiferente, pues transitan entre lo bello y lo sensible.
Un asistente, María Callas (Ethana Escalona) y un director de orquesta (Gustavo Echevarría) foto Paulo Reyes
Por supuesto, la creadora nunca habría pretendido una suerte de biografía danzada, por lo demás inútil de abarcar, en un trabajo de esta naturaleza, por ello ahora nos encontramos ante una sucesión de fragmentos, que en su suma, entregan una completa visión de la trágica vida de la Callas; en ellos vemos sus éxitos y fracasos, sus anhelos como sus frustraciones, su doble deseo de éxito artístico, tanto como el llegar a tener una plena vida familiar, planteando además, la desdicha de haber perdido antes de nacer, al hijo que tanto deseaba.
Aunque siempre, y por sobre todo, nos muestra la constante tensión, con su alter ego, su maravillosa y única voz, que fue siempre sostén en su carrera, así como rival, en su vida privada.
La Voz (Matías Romero) personajes del mundo de la Callas y Ella (Ethana Escalona) foto PauloReyes
El planteamiento anterior, fue resuelto, a nuestro juicio, magistralmente, al crear López Ochoa, un personaje más, se trata de “La Voz”, de María Callas, y llega aún más allá, al decidir que, este personaje fuera bailada por un hombre, permitiéndole desarrollar, dos pas de deux, que simultáneamente fueron, tan poderosos, como sutiles, creados para dos de las arias más famosas de la soprano, “Casta Diva” (Norma de Bellini), que en la segunda función que vimos, causó una enorme ovación; y para finalizar el ballet, “Vissi d´arte” (Tosca de Puccini), que sintetiza la tragedia de la Callas, allí vemos como, la voz, que ya no es la misma, intenta consolar y sostener a María, antes de morir, rodeada de las múltiples Callas, que ella fue en su vida.
La Callas (Ethana Escalona) y La Voz (Matías Romero), rodeados de las múltiples Callas, que fue en su vida. foto Paulo Reyes
El público tan electrizado, como emocionado, ovacionó largamente a cada uno de los intérpretes, y en particular a Ethana Escalona, que fue una poderosa, sólida, emotiva y con gran despliegue técnico, María Callas, y a La Voz, un extraordinario Matías Romero, que transitó con naturalidad, por los diversos estados emocionales, que requiere su rol, mostrándose además, como sólido bailarín.
La idea central del relato, se sustenta en la imaginativa escenografía de Christopher Ash, en base a una enorme escultura, a la manera clásica griega, de una mujer, acostada en el centro del escenario, la que a medida del del desarrollo, se va fragmentando sutilmente, hasta que solo queda la cabeza. Unas enormes columnas griegas, simbólicamente rojas, son los elementos principales, el resto, proyecciones, y telones que subiendo o bajando van creando los ambientes para las diversas escenas, la espectral última escena, con la niebla, los focos y el ángel del castillo del final de Tosca, fue otro de sus múltiples aciertos, que contó con la acertada iluminación del mismo Ash.
Comienzo de la escena final, con las múltiples Callas. foto Paulo Reyes
El otro soporte fundamental, fue la creación musical de Frank Moon, quien, adaptó fragmentos de arias, así como un sensible y emotivo pasaje para piano de Schubert, que después orquestará, con un resultado del mejor nivel, estas adaptaciones, fueron grabadas estupendamente por la Filarmónica de Santiago, dirigida por Pedro Pablo Prudencio, sobre este trabajo, se escuchó la espléndida voz de la Callas.
El vestuario de Loreto Monsalve, certero en la definición de los personajes, de gran belleza y elegancia, así como con los necesarios simbolismos, no deja de llamar la atención, el traje de Jackeline Kennedy, el mismo que usara, el día en que asesinaron a su esposo en Dallas.
La Voz (Matías Romero) y la Callas (Ethana Escalona) y asistentes durante Casta Diva. foto Paulo Reyes
La coreografía de Anabelle López Ochoa, sintetiza una vez más, la danza moderna con la clásica, maneja con destreza los espacios, que expande o acota, según la necesidad, enlazando el trabajo de solistas, con los grupales, siempre sutiles en sus ingresos o salidas, en este aspecto, la compañía mostró un sólido comportamiento y disciplina.
Destacaremos algunas escenas, que nos parecieron particularmente bellas y expresivas;
Aquella que muestra los múltiples personajes, que asumió en su carrera la Callas, en base a maniquíes frontales, que baila parte del cuerpo femenino; la mencionada “Casta Diva”; las fiestas en París; la poesía de la escena del Espíritu del Mar; el símbolo de los directores exigentes, con el siempre sólido y expresivo, Gustavo Echevarría, que además bailó a Maneghini, el esposo de Callas; la conmovedora escena de la pérdida de su hijo; el impacto de los persecutores periodistas de farándula, así como la sobrecogedora escena con los periódicos, cuando se entera del romance de Onassis, con Jackeline Kennedy, volviendo a mencionar el emocionante final.
Los roles secundarios, tuvieron el perfil preciso en su identificación, carácter y gesticulación, siendo estos: Aristóteles Onassis tan volátil como arrogante, lo bailó con carácter y prestancia Christopher Montenegro, su esposa Tina, a quien casi nunca prestó atención, fue asumido con la necesaria y discreta presencia por Montserrat López; con enorme y seguro carácter, Katherine Rodríguez dio el personaje de Jackeline Kennedy; Deborah Oribe le entregó la sutileza necesaria a su rol, como el Espíritu del Mar.
La Voz (Matías Romero) y la Callas (Ethana Escalona) foto Paulo Reyes
Creemos no equivocarnos, al decir que estamos ante una de las más potentes y poéticas creaciones, que hemos visto en el escenario del Municipal, que recibió una de las más ruidosas y extensas ovaciones, de parte del público asistente, un gran y exitoso acierto del Ballet de Santiago.
Gilberto Ponce (CCA)
Para variar,el extenso y exhaustivo análisis del crítico,me deja sin palabras que agregar,hay solo un punto en que discrepo,cuestión de gustó y tal vez poca flexibilidad de parte mía,y es la utilización de un bailarín masculino en el papel de «La voz» ,no me convenció,el desempeño del bailarín fue muy bueno,me pregunto el porqué solamente.Y si hubo grandes ovaciones de las cuales participé.Felicitaciones a todos los involucrados en esta fantástica obra.