DE LA DUDA A LA SOLIDEZ.
El viernes pasado, el Ballet Nacional Chileno, BANCH, estrenó un nuevo espectáculo doble, dedicado a dos creadores argentinos: Oscar Araiz y Mauricio Weinrot, nombres y lenguajes conocidos para el ballet universitario.
La primera parte estuvo a cargo de Araiz y su “Escrito en el Aire”, obra estrenada en noviembre del año pasado en el Teatro General San Martín y que es un recorrido a su propia biografía dancística. Se trata de una obra abstracta y compleja, donde la coreografía va de solos a grupos, pasando por tríos, dúos y situaciones paralelas en el escenario, con un lenguaje academicista, que exige gran técnica a los intérpretes. Es más, en varios momentos debieron realizar saltos y piruetas propios de la técnica académica, así como ejercicios de barra en el centro.
Las soluciones a las problemáticas del movimiento, a nivel coreográfico, son efectivas pero convencionales. Es así como el conjunto es rápido y diestro, aunque carente de entrega emocional, algo que sabe hacer muy bien el elenco del BANCH. Tal vez a partir de este punto es que comienzan las dificultades con “Escrito en el Aire”, ya que la coreografía se ve imprecisa, dubitativa y en algunos momentos hasta poco incorporada en los cuerpos. Hay una rigidez en la mayoría de los intérpretes que dificulta que los movimientos brillen o fluyan. Es cierto, todo es muy rápido y prácticamente no hay tiempo para intenciones o contenciones, pero el movimiento (el que sea) debe incorporarse al la organicidad de los intérpretes, algo que se echa de menos en esta versión del BANCH. Por supuesto, hay figuras a nivel individual que sobresalen, como Enrique Faúndez y Paola Moret.
Muy diferente es el resultado para “Travesías”, de Mauricio Wainrot, que propone un recorrido por diversas músicas de origen diverso, que remiten a lo popular y lo étnico. Están presentes los aportes del oriente extremo, del norte andino, Brasil, del folclore celta e israelí. En esta festiva y ágil coreografía los bailarines del BANCH se mueven a sus anchas. Si bien el lenguaje utilizado es bastante convencional (el lenguaje virtuoso de Wainrot se mueve entre lo moderno y se asoma a veces hasta lo neoclásico), sabe recoger el sabor de las melodías y forma un todo que fluye orgánicamente y va en alza. Además, consigue trabajo de grupos muy interesantes, en especial masculinos.
En este panorama, los destellos individuales se multiplican: Carola Alvear, Vivian Romo, Carolina Bravo, Jorge Carreño, Iván Antigual, Rita Rossi. Como único aporte escenográfico una especie de alas del artista plástico argentino Carlos Gallardo. La iluminación no es de lo más feliz, ya que la escena se ve plana.
Marietta Santi (CCA)